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Hipotiroidismo y metabolismo

Hipotiroidismo, resistencia a la insulina y alteraciones metabólicas. ¿Están relacionados? 

El hipotiroidismo es una afección frecuente en la que la glándula tiroides no produce suficientes hormonas tiroideas para mantener el correcto funcionamiento metabólico del cuerpo. Algunas investigaciones sugieren que las personas con hipotiroidismo tienen un mayor riesgo de desarrollar síndrome metabólico y diabetes tipo 2. Una posible explicación es que la disminución de la función tiroidea puede causar cambios en el metabolismo de la glucosa y los lípidos, lo que puede aumentar el riesgo de desarrollar resistencia a la insulina y síndrome metabólico.

El síndrome metabólico incluye un conjunto de trastornos metabólicos, tales como hipertensión arterial, obesidad, niveles elevados de triglicéridos, bajos niveles de colesterol HDL (conocido como «colesterol bueno») y resistencia a la insulina. La resistencia a la insulina se refiere a una condición en la que el cuerpo no utiliza adecuadamente la insulina, lo que puede provocar niveles elevados de azúcar en sangre y eventualmente conducir a la diabetes tipo 2.

Cuando la función tiroidea es baja, el cuerpo puede tener dificultades para procesar adecuadamente los carbohidratos y las grasas, lo que puede conducir a niveles elevados de azúcar, triglicéridos y colesterol en sangre como lo describiremos a continuación: 

Tiroides y niveles de azúcar en sangre 

La tiroides interviene en el metabolismo del azúcar en la sangre. Cuando la función tiroidea está alterada, el equilibrio del azúcar en la sangre puede verse afectado. A su vez, niveles elevados de azúcar en la sangre pueden alterar el funcionamiento de la tiroides.

El síndrome metabólico es una condición que se produce principalmente por niveles de azúcar en sangre crónicamente elevados (hiperglucemia). Una dieta alta en carbohidratos, especialmente aquellos carbohidratos simples y refinados, es el principal factor desencadenante.

Cuando se consumen carbohidratos, el páncreas secreta insulina para transportar la glucosa de la sangre a las células, donde se utilizará como fuente de energía. Sin embargo, cuando se consumen carbohidratos en exceso, el páncreas responde aumentando la producción de insulina en un intento por reducir los niveles de azúcar en la sangre (estado conocido como hiperinsulinemia), lo que finalmente lleva a una resistencia a la insulina. En otras palabras, aunque la insulina intenta ayudar, las células no pueden utilizarla. 

Esta liberación excesiva y repetitiva de insulina por parte del páncreas puede tener efectos negativos en la glándula tiroides, especialmente en personas con enfermedad tiroidea autoinmune. Este proceso puede provocar la destrucción progresiva de la glándula tiroides, lo que a su vez disminuye la producción de hormonas tiroideas en el cuerpo.

Por otro lado, la disminución del nivel de glucosa en la sangre (hipoglucemia) también puede afectar la salud de la tiroides al suprimir la función de la glándula hipófisis, que es la responsable de producir la hormona estimulante de la tiroides (TSH) para activar la producción de T4 y T3 en la tiroides. La hipoglucemia también puede ser causada por la liberación excesiva de insulina, que puede hacer que el nivel de azúcar en sangre baje demasiado. A esto se le conoce como hipoglucemia reactiva, y puede manifestarse con fatiga, mareo, irritabilidad, hambre, dolor de cabeza y antojos de alimentos dulces.

El cuerpo reconoce los bajos niveles de glucosa como una amenaza a la supervivencia, por lo que activa las glándulas suprarrenales para secretar cortisol. Esta hormona indica al hígado que aumente la producción de glucosa y así restaurar los niveles de glucemia normales. Sin embargo, la liberación repetida de cortisol puede suprimir la función de la glándula hipófisis, lo que puede alterar la tiroides a largo plazo. Además, esto puede llevar a desarrollar síndrome metabólico. 

Si deseas obtener más información sobre los efectos del estrés y el cortisol en la tiroides, puedes leer nuestro blog anterior titulado «¿Puede el estrés afectar el funcionamiento de la tiroides?».

En conjunto, tanto la hiperglucemia como la hipoglucemia son conocidas como disglucemia. La disglucemia puede generar inflamación, desequilibrar los niveles hormonales, agotar las glándulas suprarrenales, interrumpir las vías de desintoxicación y alterar el metabolismo en general. Cada uno de estos efectos debilita considerablemente la función tiroidea. Si se padece de disglucemia, es probable que cualquier esfuerzo que se haga para corregir el funcionamiento de la tiroides no tenga éxito.

Tiroides y metabolismo de los lípidos

El colesterol endógeno, es decir, el producido por el hígado, tiene un mayor impacto en los niveles de colesterol en sangre en comparación con el colesterol ingerido en la dieta. Este proceso está regulado por varias hormonas, incluyendo las hormonas tiroideas. La TSH aumenta la expresión y actividad de la HMG CoA reductasa, una enzima que controla la síntesis de colesterol. Por lo tanto, el hipotiroidismo aumenta la producción de colesterol hepático.

La T3, por otro lado, incrementa los receptores de LDL en las células. Las partículas de LDL son utilizadas en la estructura de la membrana celular o para convertirse en otras hormonas esteroides. Si la T3 funciona bien, se reduce el número de partículas de LDL circulantes en sangre, pero si la T3 está disminuida, este número de partículas se puede elevar, aumentando el riesgo de que se adhieran a la pared de los vasos sanguíneos. Es importante destacar que generalmente existe un estado inflamatorio asociado con este proceso. Una vez adheridas a la pared de las arterias, las partículas de LDL pueden oxidarse, lo que provoca inflamación de la pared arterial y la formación de placas de grasa o ateromas.

Adicionalmente, la T3 actúa como un eliminador de radicales libres y puede proteger a las LDL de la oxidación. Por lo tanto, si la T3 disminuye, se puede aumentar el riesgo de oxidación de las LDL y, por ende, el riesgo de enfermedades cardiovasculares.

Estrategias para mantener el metabolismo y las hormonas tiroideas en marcha 

Las glándulas suprarrenales, el hipotálamo, la hipófisis, el páncreas y la tiroides trabajan en conjunto para mantener un adecuado metabolismo y funcionamiento corporal. Sin embargo, si alguno de estos órganos no funciona adecuadamente, aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades como diabetes, enfermedad de la tiroides, resistencia a la insulina y síndrome metabólico. Por esta razón, es importante adoptar diferentes estrategias para regular su funcionamiento, no sólo para optimizar el funcionamiento de nuestra tiroides, sino también para mejorar nuestra salud en general.

Entre las estrategias más importantes que se pueden adoptar, se encuentran: 

  • Mantener estables los niveles de glucosa en sangre, lo cual se logra limitando el consumo de carbohidratos simples y refinados como el azúcar, productos de panadería y repostería, bebidas azucaradas, entre otros. En su lugar, se debe optimizar el consumo de vegetales fibrosos (por ejemplo espinaca, col rizada, brócoli y pimentones), además de fuentes de proteína magra, cereales integrales y grasas saludables como los frutos secos y las semillas.
  • Aumentar la actividad física, ya que el ejercicio ayuda a mejorar el metabolismo mientras reduce la inflamación en el cuerpo. Además, el ejercicio hace que el cuerpo sea más sensible a la insulina, lo que disminuye el riesgo de resistencia a la insulina y síndrome metabólico.
  • Gestionar los niveles de estrés a través de técnicas como el yoga, la meditación y la respiración consciente, ya que esto ayuda a reducir los niveles de cortisol en el cuerpo. A medida que los niveles de estrés disminuyen, la capacidad del cuerpo para convertir la glucosa en energía aumenta y la resistencia a la insulina disminuye. 

Adoptar estas estrategias puede mantener un equilibrio adecuado entre las diferentes glándulas del cuerpo, generando un impacto positivo en nuestra salud en general. En siguientes artículos, te seguiremos compartiendo estrategias que puedes adoptar en conjunto con el acompañamiento de un médico funcional, para mejorar la salud de tu tiroides.