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¿Cómo potenciar el funcionamiento de tu tiroides?

Como hemos visto en artículos anteriores, la tiroides es una glándula compleja y de gran importancia para nuestro metabolismo y salud general. Encontrar la causa raíz de lo que la está afectando, debe ser el principal objetivo para regular su función y para lograr un verdadero alivio de síntomas. 

Además de esto, es posible aplicar día a día una serie de estrategias para protegerla y optimizar su funcionamiento. A continuación te contamos las principales:

Alimentación 

Una buena nutrición siempre va a asegurar que nuestro organismo cuente con los sustratos necesarios para desarrollar sus funciones de manera adecuada. Para la tiroides en especial, existen ciertos nutrientes que son necesarios ya sea para la producción de hormona tiroidea o para su adecuada conversión a T3 activa. Dentro de los principales se encuentran:

  • L-tirosina: Aminoácido necesario para la formación de hormona tiroidea. Se encuentra principalmente en proteínas de origen animal como carne, pollo, pavo, cerdo y huevos. 
  • Yodo: Mineral esencial para la formación de hormonas tiroideas. Se encuentra principalmente en alimentos provenientes del mar como pescados, mariscos y algas marinas. También puede obtenerse de otras fuentes como lácteos y huevos. 
  • Selenio: Mineral necesario para la función tiroidea y su protección del daño oxidativo. Su principal fuente es la Nuez de Brasil, aunque también puede estar presente en otros alimentos como la mantequilla y el vinagre de sidra de manzana.
  • Zinc: Oligoelemento importante en la producción de hormonas tiroideas. Sus principales fuentes son las ostras, sardinas, arvejas, nueces como almendras, pecanas y del Brasil, jengibre y cordero.
  • Cobre: Oligoelemento necesario junto al zinc para el funcionamiento tiroideo. Se encuentra en vísceras animales como el hígado de res, ostras, además de fuentes vegetales como las almendras, nueces del nogal, nuez del brasil, avellanas y arvejas. 
  • Vitamina A: Se encuentra en fuentes como el hígado, la zanahoria, duraznos, batatas, auyama, mango, espinacas y acelgas.
  • Vitamina E: Semillas de girasol, aceite de oliva y almendras. 
  • Vitamina C: Frutos cítricos, fresas, papaya, perejil, pimentón y crucíferas como el brócoli, coliflor y repollo morado. 
  • Vitamina D3: Se obtiene principalmente a través de la exposición a la luz solar, utilizando como sustrato el colesterol. También puede obtenerse en menor cantidad en alimentos como pescados grasos, como el salmón o la trucha, en el hígado de res, la yema del huevo y los quesos.  

También es importante eliminar de la dieta alimentos que puedan suprimir el funcionamiento tiroideo como: 

  • Cereales con gluten: Los alimentos que contienen gluten como el pan, las galletas y productos elaborados con harina de trigo, avena (no certificado como libre de gluten), cebada y centeno, pueden ser un problema para el funcionamiento de la tiroides ya que aumentan el riesgo de reacciones autoinmunes. Recordemos que la tiroiditis de Hashimoto, una enfermedad autoinmune que ataca el tejido tiroideo, es la principal causa de hipotiroidismo. 
  • Alimentos procesados y con alto índice glucémico: Los alimentos elaborados a base de harinas refinadas y azúcares añadidos, son potencialmente lesivos para la tiroides debido a su hiperestimulación de la insulina. Para conocer más puedes leer nuestro artículo “Hipotiroidismo y metabolismo”.
  • Grasas trans y aceites industriales: Estos aceites promueven estados inflamatorios que terminan afectando el funcionamiento tiroideo. Se encuentran presentes en alimentos ultra procesados o fritos.

Exposición a tóxicos 

La tiroides es una glándula particularmente sensible a la toxicidad ambiental. Diferentes compuestos tóxicos pueden suprimir su funcionamiento. 

Por ejemplo, el flúor, el cloro y el bromo, son elementos halogenados que por su valencia química pueden competir con el yodo. Es decir, que pueden tomar su lugar por lo que la tiroides no podría formar hormona tiroidea de manera efectiva. 

También otros compuestos tóxicos presentes en el ambiente pueden alterar su actividad. Es por esto que implementar estrategias para disminuir la carga tóxica, es importante para proteger la salud tiroidea. Por ejemplo:

  • Utilizar filtros de agua, que eliminan tóxicos como el cloro, el plomo, el mercurio y el sulfuro de hidrógeno del agua. 
  • Preferir, en medida de lo posible, alimentos orgánicos para disminuir la carga de pesticidas presentes en nuestra alimentación. 
  • Disminuir el uso de químicos en el aseo personal y del hogar. Por ejemplo, buscar cremas dentales libres de flúor. 
  • Dieta libre de alimentos artificiales.  
  • Preferir sales naturales no fluoradas. 
  • Evitar el cigarrillo. El cadmio presente en su fórmula puede dañar la tiroides. 

Control del estrés y la inflamación 

En uno de nuestros artículos anteriores, vimos cómo el estrés puede terminar alterando el funcionamiento de la tiroides por diferentes vías. Es importante entender que el estrés no solo se refiere a las tensiones emocionales y psicológicas de la vida diaria, sino también a cualquier factor que perturbe el equilibrio natural del cuerpo (homeostasis).

Esto incluye cambios en los niveles de azúcar en sangre, alteraciones digestivas y de la microbiota, intolerancias alimentarias (especialmente al gluten), infecciones crónicas, toxinas ambientales, problemas autoinmunes e inflamación. Y es en este punto, donde se hace importante obtener una valoración médica completa que ahonde en aspectos individuales de la historia clínica, además de los paraclínicos complementarios. 

Sin embargo, existen diferentes estrategias complementarias para modular nuestra respuesta al estrés.

  • Evitar o minimizar el uso de bebidas estimulantes como la cafeína ya que pueden alterar nuestro eje de respuesta al estrés. 
  • Priorizar prácticas de manejo del estrés, como meditación, respiración consciente o mindfulness, que nos conecten con el momento presente y nos permitan afrontar los desafíos de la vida. 
  • Practicar actividades que estimulen la diversión y el placer. Estás actividades son muy personales e individuales, pero deben conectarte con el interés, la alegría y sobretodo permitirte expresar tus emociones ya sea verbal o no verbalmente. La tiroides está muy relacionada con la creatividad y la expresión.  
  • Buscar espacios donde se pueda tener contacto pleno con la naturaleza. Exposición responsable al sol y realización de grounding o “polo a tierra”. 
  • Priorizar el sueño y el descanso ya que es en este momento en el cual nuestro cuerpo se repara tanto física como mentalmente. 
  • Aumentar la actividad física. El ejercicio ayuda a mejorar el metabolismo, a reducir la inflamación y a balancear nuestro sistema de respuesta al estrés. 

Como puedes ver, el panorama para recuperar el funcionamiento de tu tiroides va mucho más allá de tomar una hormona de reemplazo (levotiroxina). En algunos casos, cuando la glándula ha perdido su capacidad de producir hormonas, esto es completamente necesario. Sin embargo, para optimizar su funcionamiento o para que esta hormona de reemplazo pueda tener efectividad, se requiere un abordaje integral, donde se mejore no solo la nutrición, si no todo el ambiente hormonal. Un médico entrenado en medicina funcional puede acompañarte en este proceso de recobrar tu salud.